UNICO SEGURO INFALIBLE PARA ASEGURAR EL PORVENIR.
El abogado, pensador y político hindú Mahatma Gandhi dijo una vez: “Tuve en la vida tres grandes enemigos: el menos complicado de ellos resultó ser el Imperio Británico; con el que encontré más dificultades fue con el pueblo de la India. Pero con quien tuve, tengo y tendré los mayores desafíos es con un tal Mohandas Gandhi”. Lo puntualizado por Gandhi nos lleva a suponer que en la vida siempre vamos a encontrar factores internos y externos que pueden frenar nuestro desempeño y desarrollo, incidiendo de forma gravosa en nuestra cotidianeidad, pero ambos factores no son los más importantes, pueden ser nuestro mayor problema o nuestra mejor oportunidad, depende del sentido direccional que le demos al enfoque que se deriva de nuestra forma de ser, de hacer y de pensar; sin duda alguna una trilogía de desafíos que yace a lo interno de un tal “Juan Chapín”, representado en cada uno de nosotros.
Al igual que Gandhi, en la medida que ha transcurrido el tiempo en el ejercicio de nuestra profesión algunos nos hemos enemistado con tres cosas:
La primera es un nuevo modelo de gestión para hacer las cosas de manera diferente; al haber sido sistematizados todos los procesos, desde la emisión de una simple cotización hasta una póliza, una factura o una renovación; todo tiene que hacerse ingresando a la supercarretera de la web. Y, tanto “análisis ha causado parálisis” institucional; al grado que la improductividad que algunos de mis asociados han puesto de manifiesto, la justifican echándole la culpa al “sistema”. Pero esto resulta ser “lo menos complicado” como diría Gandhi. Es cuestión de actitud y aptitud para aceptar el desafío. Recordemos que los dinosaurios desaparecieron de la faz de la tierra porque no pudieron adaptarse al cambio.
La segunda cosa con que nos hemos enemistado es con la nueva ley de seguros vigente en Guatemala desde el comienzo del presente año, una ley que algunas personas califican como una política económica neoliberal, porque dicen va en detrimento del cliente interno y externo y favorece únicamente a las empresas aseguradoras, tambien trae nuevos desafíos, uno de ellos profesionalizarse académicamente a nivel universitario, lo que es para algunos un dolor de cabeza dado el alto coste de la carrera y la autosuficiencia que a algunos les otorga el tiempo que llevan dedicándose a esta noble profesión; para otros es nuestra mejor oportunidad. A futuro podría ser con lo que “encontremos más dificultades” aún no lo podemos predecir, hasta que pase el tiempo y seamos mejor informados. Pero veámoslo como un desafío que debemos y tenemos que afrontar y aceptar en el devenir de los tiempos. También hay que restarle importancia.
La tercera y más complicada de nuestras enemistades es con ese “tal Juan Chapín”, o sea con nosotros mismos, con quien “tuvimos, tenemos y tendremos” los mayores desafíos; desde la cuna hasta la sepultura. Muchos hoy hemos dejado de cumplir con nuestras expectativas porque no estamos de acuerdo con las estructuras y estamos postergando la productividad y con ello la deuda social que es el dinero contante y sonante que debemos llevar al hogar para hacerle frente a la manutención de la familia y asegurar con eso la dignidad, la comodidad y el desarrollo de la misma; independientemente de cómo veamos las cosas o como sean las cosas.
Muchos han pensado en “coquetear” por otros rumbos buscando “potreros más verdes” lo cual me parece imperdonable, poco ético y cuestionable, porque ahí no está el detalle como diría Cantinflas, el detalle está en llevar a la práctica dos reglas que en nuestro entorno a partir de la fecha son de observancia general; siendo estas:
1).- “Extremar la Diligencia”, y;
2).- No olvidarse de la primera.
Previo a mencionar las sencillas recomendaciones que se derivan de las “reglas” anteriores como medidas anticipativas y adaptativas para combatir el disenso, la baja productividad y el descontento, permítanme explicar el significado de “Extremar la Diligencia”.
Desde el punto de vista teológico la diligencia es la virtud que vence al pecado capital de la pereza y en un sentido más amplio significa hacer una gestión con prontitud, agilidad, cuidado y eficiencia en el cumplimiento del deber. Extremar significa llevar algo al extremo, o sea a sus últimas consecuencias.
La diligencia solo es una virtud si se pone en práctica y en esa calidad abarca a Dios, a uno mismo y a los demás; con Dios debemos cumplir con los compromisos adquiridos con Él, con uno mismo significa no ser inactivo, no caer en la pereza, tener metas fijas y cumplirlas a tiempo y con los demás significa poner entusiasmo en las acciones que se realizan con y para ellos; los demás son todas las gentes que se interrelacionan con nosotros. Respecto a la diligencia La Biblia nos indica lo siguiente:
“Mano indolente empobrece, la mano de los diligentes enriquece”. Proverbios 10, 4
“La diligencia es la mejor riqueza del hombre”, Proverbios 12, 27
“El perezoso apetece y su deseo no se cumple, el deseo del diligente queda satisfecho”. Proverbios 13, 4.
“Los proyectos del diligente traen ganancia, los del alocado, solo indigencia”. Proverbios 21, 5.
Tan solo por mencionar algunos refranes entre tantos que tiene el libro de los libros referente a la diligencia.
Las recomendaciones que se derivan de las reglas de llevar a cabo “extremar la diligencia” y no olvidarnos de la primera, son muy simples pero significativas a fin de ser exitosos en todas las áreas de nuestra vida; especialmente con Dios, uno mismo y los demás estás son: Asegurar la dirección de nuestra vida con prudencia y celeridad. “Extremar la diligencia” es el santo y seña para ser exitosos y debe constituirse como un seguro básico infalible para evitar el riesgo de fracasar.
Minimizar el riesgo actuando con conocimiento, actitud mental positiva, soltura y buenos habitos a efecto de no actuar improcedente, peligrosa y conflictivamente.
Considerar los enunciados anteriores como principios básicos exigibles en todas nuestras acciones, porque solo con esos criterios es seguro salir de la marginalidad y cumplir a cabalidad lo que de forma abierta, responsable y democrática hemos pronosticado: El cumplimiento de una visión y una misión en el tiempo y en el lugar previamente establecido.-
“Con quien tuve, tengo y tendré los mayores desafíos es con un tal Juan Chapín” pero con la ayuda de Dios extremaré la diligencia a partir del día de hoy, asegurando de esta manera un éxito rotundo en todos los desafíos que la vida me encomiende, en todos los órdenes de la misma; muy especialmente con Dios, uno mismo y los demás. Cumpliendo así con el mandamiento mayor de la Ley: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo”. (San Mateo, capítulo 22, versículos 37-39).-
Recordemos la diligencia solo es una virtud si la ponemos en práctica.-
José Luis Riveiro Fernández
Gerente de Agencia Cobán
Santo Domingo de Cobán, 10 de Julio de 2011.-