A finales de abril del año en curso recibimos la visita de un emisario de la gerencia de ventas para llevar a cabo una auditoria comercial en el seno de la agencia bajo mi procuración; al final de la misma externó haber notado algunas rupturas en el clima organizacional. Hablando metafóricamente me dijo que en el equipo hay “una manzana podrida y que es necesario sacudir el palo para botarla” porque de lo contrario contaminará al resto.
Como mi política de gestión es de sumar y no restar y mantener la unidad granítica del grupo, veré si con alguna acción administrativa de tipo “taumatúrgica” esa manzana se adhiere al “palo que la alimenta con su savia para rescatarla, integrarla y lograr que sea buen fruto ó de lo contrario por su propio peso caerá.
Por lo demás: ¡Rompimientos y resquebrajamientos! ¿Acaso no es lo más normal en un equipo que está jugando? ¿Acaso no es necesario a veces romperse para restaurarse?
Esas roturas me recuerdan una historia que leí acerca del palacio real de Teherán. Cuenta que cuando el contratista estaba próximo a concluir uno de los salones principales mandó a traer un embarque de finos espejos a París, pero que al llegar a su destino final se percataron que todo se había quebrado en la travesía. ¿Qué hacer ante lo que aparentaba ser una pérdida de grandes magnitudes? Lejos de desconcertarse, el arquitecto ordenó que todos los trozos de espejo se rompieran en pedazos más pequeños y después los mandó a pegar en las paredes, obteniendo así un mosaico de lujo para un palacio de lujo.
A veces es necesario quebrarse para restaurarse y si es preciso rompernos aún más de lo que ya estamos según la percepción del visitador, lo haremos para construir la agencia de lujo que deseamos, no conceptualizando el lujo como sinónimo de extravagancia sino como lo que realmente significa: Dar demás. Solo dando demás lograremos un equipo de alto desempeño y la consecución de nuestras más nobles aspiraciones.-
José Luis Riveiro Fernández